El reto más grande

 

El 1º de Abril de 2022 fue el día más grande de mi carrera hasta ese momento. 

Cuarenta y cinco alumnos de Blackbird se subieron a un escenario en diferentes grupos y presentaron un concierto espectacular: el Make Music Fest 2022. Enseñarle a tocar a cada músico sus canciones, para luego ensamblar a todos juntos y dirigirlos en el escenario fue la parte más fácil. Llevo ya diez años haciéndolo, aunque claro, no en esta magnitud. Todo empezó cuando me pidieron que fuera maestro de música en una primaria, y presenté una banda de 7 niños en un salón blanco de usos múltiples. El evento no tenía colores, atuendos, pantallas de fondo, o equipo musical muy bueno, pero mis alumnos si tocaron muy bien sus canciones. Y desde entonces he tratado de hacer al menos un concierto al año (cada uno mejor que el anterior).

La parte difícil para mí en este evento fue la confianza.

Desde que renuncie a ser maestro de esa primaria y decidí ser maestro particular, cada año rentaba un escenario, algunas luces, pedía prestado equipo musical de mis colegas y montaba un concierto, ya sea en el jardín de la casa de uno de mis alumnos, o en algún salón de fiestas. Me aseguraba que todo el equipo necesario estuviera ahí el día del concierto, y con mis propias manos, con la ayuda de algún primo o amigo, montábamos el escenario, luces, cables, batería, afinamos y conectamos guitarras, micrófonos, teclados, etc. Para el momento en el que los conciertos empezaban yo ya tenía el cuerpo agotado, pero la adrenalina del momento siempre me ayudaba a seguir con el show. 

Blackbird inició al mismo tiempo que la pandemia. En vez de clases presenciales fueron en línea y en vez de conciertos hicimos videos musicales. En estos dos años la escuela creció muy rápido en números de alumnos, maestros y salones. Y  finalmente en el 2022 decidimos hacer nuestro primer festival de música, presencial. Ya no podía –ni tenía– que hacer todo yo solito. Tuve que confiar en un equipo. 

Calculo que tuve que confiar en más o menos 25 personas para que ese evento estuviera como lo necesitábamos: en el equipo del mobiliario, los jóvenes que armaron el escenario, un ingeniero y su equipo que microfonearon, cablearon y equalizaron cada instrumento del show, un ingeniero que controlaba la pantalla y que cada video se presentara en el momento correcto, 2 Stage Managers, asegurándose que cada músico estuviera en el escenario en cada canción con el instrumento necesario. Los fotógrafos, camarógrafos y pilotos de dron que grabaron todo el evento, una amiga que vendió nuestras playeras. Cinco maestros que por dos meses estuvieron enseñando las canciones y ese día estuvieron ahí desde temprano para dejar todo listo, cargando, afinando instrumentos, y en el momento, asegurando que todos sus alumnos estuvieran presentes y conectados en el escenario. Obviamente también tuve que confiar en que 45 alumnos se aprenderían sus partes y practicarían en sus casas, vendrían a ensayo y el día del show lo darían todo.

Y por supuesto en mi trabajadora hermana, quien tenía una lista de responsabilidades y pendientes para este concierto, más larga que la Muralla China.

Confiar en mi hermana es la cosa más fácil para mí, ya que empecé a confiar en ella desde antes de aprender a caminar. 

Confiar en las otras 24 personas, no fue tan fácil, ya que llevo 10 años haciendo todos los trabajos yo solito en conciertos pequeños. Es en eventos como este en el que todos los involucrados crecen, incluyendo el loco al que se le ocurrió hacerlo. Me pasó algo nuevo: cuando el evento estaba empezando, mi cuerpo no estaba agotado. Entonces me di cuenta de la importancia de contar con un buen equipo y saber confiar en ellos.

A lo largo de los dos meses de ensayos, lo que les repetía una y otra vez a los alumnos era que ahora eran un equipo, como banda tendrían que trabajar todos juntos para lograr que su canción sonara como debe, y que unos y otros se deben apoyar para que esto suceda. Una banda se apoya visualmente: el baterista y el bajista siempre se comunican para mantener el ritmo; se apoya físicamente: cuando alguien hace un solo los demás le otorgan su espacio; se apoya verbalmente: cuando alguien toca muy bien el resto de la banda le grita para animarlo, etc. Tocar con otros músicos es totalmente diferente a tocar solito, pero así es como se hace la música. Por eso para mí es tan importante que lo aprendan desde el inicio.

Aún así, me di cuenta en el escenario que no era la única persona que estaba teniendo problemas para confiar ciegamente. En una de las últimas canciones que tocamos se subió al escenario mi estudiante Begoña, quien debía empezar a cantar la canción antes de que empezaran los instrumentos. Yo sé que ella confiaba en sí misma como música y también en su banda, ya que teníamos esa canción muy bien ensayada. Pero su micrófono no sonaba, ya que el ingeniero de sonido apaga todos los canales en la consola entre cada canción. Cuando todos los músicos estaban en sus estaciones y con sus instrumentos listos, puse mi puño en el aire, señal (la cual todos han aprendido militarmente) que significa que nadie tiene permiso de tocar una sola nota hasta que marque con las manos al aire el tempo de la canción. Bego me vió a los ojos con los mismos nervios que tenían todos y me dijo “mi micrófono no está sonando”. Volteé a la cabina de sonido donde vi el dedo del ingeniero abrir todos los canales de la consola, pues ya había visto mi puño en el aire. En ese momento, siendo el tipo de persona que soy, tenía ganas de poder congelar el tiempo y enseñarles a todos mis alumnos cómo funciona un escenario de esa magnitud. Enseñarles cómo cada cable llegaba a esa gran consola, y cómo de ahí el sonido se ecualizaba y se repartía en tipos de bocinas diferentes, para frecuencias bajas, frecuencias altas, monitores para que los artistas se escuchen a sí mismos, luces, etc. Quería enseñarles mil cosas, pero no podía congelar el tiempo. Así que regresé mi mirada a Begoña y le dije en voz muy baja “Confía en mí, tu micrófono ya está prendido.” Inmediatamente establecí el tempo de la canción con mis manos y los cantantes empezaron la canción, la cual todos tocaron inmejorablemente.

Las cosas grandes no se pueden lograr trabajando solo. Por eso es muy importante elegir a tu equipo y saber trabajar juntos, y para lograrlo la confianza es lo primero. Una vez que confías en ellos, todo se vuelve más fácil.

En este momento no podría estar más orgulloso del equipo que elegimos mi hermana y yo, y de nuestros estudiantes que se presentaron en este concierto.

Muchas gracias

Rafael Zárate Ardón

 
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